Nos quedamos cuatro noches en junio. El alojamiento era tal cual lo que esperábamos: una cabaña en un entorno natural hermoso con una vista inmejorable. Tiene un radiador y unos acolchados que garantizan no pasar frío por las noches cuando baja la temperatura. Las cabañas están separadas entre sí de modo que la privacidad y el silencio son absolutos. Las cuatro cenas fueron variadas, caseras, abundantes y muy ricas. Incluye entrada, plato principal y postre, todo hecho por Mariana que disfruta cocinar y eso transmite en sus platos. El desayuno incluye tostadas con mermeladas, también hechas por Mariana. Si bien hay un espacio para comer, los días que el clima lo permitió nos trajeron el desayuno y la cena a la cabaña. Muy cerca de la puerta del alojamiento pasa un micro de Crucero del Norte que te lleva a los Saltos del Moconá y hay otras atracciones cerca (Salto Paraíso y Salto Yerbas), por lo que pudimos aprovechar todos los días. Tienen acceso a Internet; si bien el priner día la conexión fue muy inestable, movieron la antena de lugar y pudimos conectarnos sin problemas. Recomendamos mucho el alojamiento. Es un entorno natural, la comida es espectacular, Mariana y Sebastián son muy cálidos y la cabaña es hermosa. Vale la pena.
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