Hotel de estilo rural situado en un entorno idílico. Es un gran caserón, en el cual, la parte baja es un restaurante, y en la parte superior se encuentran las habitaciones, y una zona común muy agradable y bonita. Las habitaciones son de estilo rústico. Predomina la madera y la piedra. El edificio es antiguo y lo han restaurado con muy buen gusto. El resultado es bueno, aunque le falta alguna cosilla para llevarse la máxima puntuación. Las camas son muy cómodas. Lo que no me acaba de convencer es la ducha, que no está acorde al resto de la habitación, y los muebles de la habitación, que son un poco "austeros". Por lo demás, muy bien. La zona común es un gran salon/biblioteca, muy rústico y acogedor. Con una mirador muy bien situado. El desayuno es lo mas flojo de la estancia. Muy escaso en productos, y bastante desatendido por el personal. Casi no vienen por la estancia, y por tanto, los pocos productos que ya de por si tienen, casi no los reponen. En resumen, un hotel recomendable, sobre todo si disfrutas de todo el pack, como es la estancia, con la cena/comida en el restaurante, y la visita a las bodegas. Todo ello supone una estancia muy agradable y amena.
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