La habitación era nefasta. Muy oscura. Las postigos del balcón ajustaban fatal. El cuarto de baño propio de un hostal de una estrella, no había portarrollos para el papel higiénico, no había bidé. Solo dos cepillos de dientes un tubito de pasta dentífrica y un gel de baño a granel malísimo, sin champú. El calefactor del baño imposible de seleccionar la temperatura deseada y muy ruidoso. En la habitación, debajo de la mesa una regleta eléctrica llenas de cables desordenados. Una temblequeante silla por más mobiliario. Y lo peor de todo el insufrible ruido de los coches al pasar por la calle, eso era de locos, imposible descansar. En fin: la habitación un desastre, como para no volver jamás. Eso sí, el personal amabilísimo y encantador, eso hacía más llevadera la estancia en el hotel.
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